Cruzando fronteras: el impacto de la migración en el deporte internacional (II)

Cruzando fronteras: el impacto de la migración en el deporte internacional (II)

La segunda entrega prometida habla de los dos escenarios que faltan para analizar la relación entre migración y deporte

Por: Sandro Angulo Rincón

Tres países, Francia, Estados Unidos y El País Vasco de España se han aprovechado de las migraciones, algunas provenientes de sus antiguas colonias, para enaltecer sus banderas en el deporte.

Escenario 2: del origen a la gloria… ¿De quién?

Según Gijs van Campenhout y Jacco van Sterkenburg en su artículo The diversification of national football teams (La diversificación de los equipos nacionales de fútbol), revisar la plantilla de la selección francesa masculina de fútbol, campeona en el mundial de Rusia 2018, revela que 19 de los 23 jugadores tenían una conexión genuina con una nación distinta de Francia. Steve Mandanda, nacido en Kinshasa, Congo, y Samuel Umiti, en Yaundé, Camerún son ejemplos unidos por un hecho histórico: los dos provienen de excolonias de los invasores galos. Este es un tema de amplio debate político. Aunque algunos ciudadanos africanos se alegren de que sus coterráneos triunfen en tierras lejanas, otros expresarán su amargura al ver a sus raizales ganar para otras patrias. Otra forma de mercantilismo, dirán.

Los boxeadores profesionales estadounidenses y mexicanos son los mejores del mundo. Los números lo demuestran. Según el portal World Population Review, Estados Unidos ha obtenido 455 títulos y México 153, contando todos los pesos y divisiones del pugilismo. Sin embargo, el número de peleadores mexicanos sería más alto si se sumaran los que tienen la doble nacionalidad o los que tienen padres originarios de la tierra del águila y el nopal (ver gráfico). Sólo basta recordar unos nombres: Óscar de La Hoya, medalla de oro olímpica para Estados Unidos en los juegos de Barcelona 1992 y campeón mundial en seis diferentes categorías, y Mikey García, ganador de cuatro categorías desde pluma hasta superligero.

Los hermanos Williams, Iñaki y Nico, son las figuras del Athletic Club de Bilbao, del País Vasco español. El equipo es conocido por su controvertida “política de cantera” que consiste en el desarrollo y promoción de talento local, priorizando la formación de jugadores nacidos o formados futbolísticamente en la región sobre la contratación de talentos extranjeros, incluyendo los de otras regiones no vascas de España. Con ello quieren mantener y fortalecer su propia identidad y establecer una conexión profunda con su comunidad.

Esta política está inspirada en los postulados de Sabino Arana (1865-1903), político, escritos, ideólogo y padre del nacionalismo vasco, quien propugnó por la conservación de la identidad, la lengua euskera y la cultura nativa, así como por la independencia de Euskadi (País Vasco) de España.

Lo curioso es que Iñaki (29 años) y Nico (21 años) son de raza negra, de padres ghaneses migrados ilegalmente, pero nacidos en Bilbao y Pamplona, respectivamente. Para algunos su presencia se constituye en un desafío para la identidad vasca, pero, para otros, es una forma de mostrar al mundo que el nacionalismo vasco ha superado las críticas de xenofobia y racismo (pureza de sangre) que históricamente se le han endilgado. Iñaki juega para la selección ghanesa de fútbol de mayores, mientras que Nico lo hace para la selección de España (ver video).

España, en general, se ha beneficiado de la inmigración, como lo evidencia el informe de la Radio Televisión Española (RTVE) Los olímpicos españoles que no nacieron aquí, pues 24 de sus 154 medallas ganadas en los Olímpicos han sido de atletas provenientes de otros territorios. Una de ellas (oro) es la obtenida por el piragüista Cristian Isaac Toro en Río de Janeiro 2016, quien nació en Venezuela y se naturalizó español.

Chile también ha recibido y nacionalizado deportistas de élite de otras latitudes y su televisión destaca los beneficios de esta política, pues se aprovechan de otros biotipos para ser más competitivos (ver video).

Escenario 3: los actos de transgresión de los fiyianos

Fiyi es un país insular de Oceanía, ubicado en el océano Pacífico, con una población cercana al millón de habitantes. Fue colonia británica hasta 1970 y hoy es un país que vive de la agricultura y del turismo. Así como exporta coco, azúcar, jengibre, arroz y tabaco, también lo hace con los jugadores de rugby, los cuales son reclutados mediante contrato de trabajo por clubes profesionales de Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, Japón, Inglaterra, Francia y Australia. La selección masculina de Fiyi ha ganado la Serie Mundial de Rugby 7 en cuatro ocasiones: 2005-06, 2014-15, 2015-16 y 2018-19​​ y ha conseguido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016 y Tokio 2020.

Según Yoko Kanemasu y Gyozo Molnar, autores del artículo Pride of the people: Fijian rugby labour migration and collective identity (Orgullo del pueblo: migración laboral del rugby de Fiyi e identidad colectiva), existen más de 450 jugadores dispersos por las ligas pequeñas y grandes de este deporte.

Los atletas fiyianos emigran buscando seguridad financiera y estatus sociocultural. Un habitante de Fiyi puede ganar un salario medio anual de 6.900 dólares estadounidenses, mientras que los jugadores reclutados en equipos de alto nivel en Europa, Asia, Norteamérica y Oceanía pueden alcanzar los 151.000. Aun así, los rugbistas de Fiyi se sienten anclados a su identidad colectiva y a una sensación de pertenencia a su tierra natal. Para ellos, triunfar fuera de las fronteras nacionales es un acto de transgresión, un modo de decir “aquí entro y domino el espacio” de las fuerzas neocoloniales, como lo manifiesta Jhon Bale en su escrito Sports as power: Running as resistance? (El deporte como poder: ¿correr como resistencia?).

El final del encuentro

La opinión de Agon & Areté es que los países receptores de acogida difunden la idea de que una parte de la gloria deportiva nacional se debe a la inclusión y nacionalización de atletas foráneos, como una forma de mostrar una cara positiva “de los que llegan” y de contrarrestar las críticas de grupos políticos radicales que ven la inmigración como una amenaza. Es habitual que los flujos migratorios los asocien con el aumento de las tasas de criminalidad, la pérdida de empleos y la disputa de subsidios y servicios de educación y salud que son pagados con los impuestos de los ciudadanos locales.

En Agon & Areté creemos que la migración y el deporte son el reflejo de las desigualdades económicas y sociales del mundo y que lo ideal es que los deportistas de alto rendimiento representen a las naciones donde nacieron y se formaron, y consigan triunfos que fomenten el regocijo nacional con gobiernos que brindan todas las oportunidades para lograrlos.

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Agon y Areté
Soy Sandro Angulo Rincón, colombiano, periodista y profesor universitario. Investigo, practico en forma amateur y consumo deportes. Aspiro a producir piezas periodísticas de calidad y obtener la retroalimentación de los lectores para que Agon & Areté crezca entre distintos públicos de habla española, inglesa, portuguesa y árabe.

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