Apuestas deportivas online: una industria de adicción y controversia

Apuestas deportivas online: una industria de adicción y controversia

Ante la normalización social, este artículo va en contra de la corriente dominante y expone cuatro objeciones de por qué este juego de azar no es tan beneficioso para la integridad del deporte.

Por Sandro Angulo Rincón

Puedo apostar, con alta probabilidad de acierto, a que bet es la palabra anglosajona más popular de nuestros días. Usted la encuentra en uniformes, en comerciales de TV e internet, anuncios en estadios, vallas en las calles y la repiten deportistas, ex deportistas y entrenadores, para que sea vista y oída por niños, jóvenes y adultos, sin que medie prohibición alguna.

Según el portal Etymoline, el origen (etimología) de bet es desconocido, pero algunas hipótesis apuntan a que en 1590 era un compromiso de acción mutua entre delincuentes menores; a mediados del siglo XIX hizo parte del argot estadounidense, particularmente del californiano, para comunicar el “estar seguro” (you bet); quizás sea una abreviatura de abet de la obsoleta expresión beet (hacer bueno), relacionada con better (mejorar) o pueda derivarse del sentido de “cebo” en abet (anzuelo, carnada, expresión para comparar cosas engañosas). Ya en 1796 el vocablo se entendió como “aquello que se apuesta”.

Las apuestas deportivas online han experimentado un inusitado auge en los últimos 25 años, debido a la liberalización de las leyes, el fácil acceso a las plataformas móviles y en línea, a las audaces estrategias de marketing y a la expansión continua de las opciones de juego. De acuerdo con la página del Zion Market Research, el negocio tendrá un valor de 155 mil millones dólares estadounidenses en el año 2024, dinero que se repartirá entre operadores de apuestas multinacionales, organizaciones deportivas, empresas de medios, gobiernos y audiencias. Son muchos los actores lucrados como para que se propongan regulaciones, sustentadas en los daños que provoca esta industria, ¿No lo cree usted?

En Agon&Areté presentamos cuatro objeciones que cuestionan la normalización e inocuidad de estos juegos de azar en la sociedad.

La primera objeción es que las apuestas deportivas promueven lo que los investigadores denominan “el juego problemático”, capaz de desencadenar adicciones, conflictos familiares, deterioro físico y diversos trastornos mentales.

La segunda objeción es que el marketing depredador (llamado así por los críticos) se vale de la escasa regulación estatal para asociar los atributos del deporte con el desarrollo de las apuestas “inofensivas”, lo cual está causando ludopatías en menores de edad.

La tercera objeción es que existe una simbiosis entre las apuestas deportivas y la corrupción que afecta la credibilidad del desarrollo y resultado del juego.

La cuarta objeción es que estas apuestas socavan los ideales de la competencia atlética de élite al “hipermercantilizar” y transformar las maneras en que los espectadores participan y valoran los deportes.

(En esta primera entrega, Agon&Areté se referirá a las dos primeras objeciones).

Primera objeción: “El juego problemático”

El argumento en este punto es que las ligas y clubes deportivos no deberían ser cómplices de las empresas de apuestas porque está comprobado que el juego de azar es personal y socialmente destructivo. Según el estudio de Evaristo Barrera y María Josefa Vázquez autores del artículo The rise of online sports betting its fallout and the onset of a new profile in gambling disorder young people (El auge de las apuestas deportivas online, sus consecuencias y la aparición de un nuevo perfil en los jóvenes con trastorno del juego), el trastorno del juego se remonta a 1975 cuando se publican artículos científicos sobre el tema, y en 1980 el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría lo incluyó como una patología.

En las investigaciones europeas recientes, como las realizados por Florian Rehbein y sus colegas en Prevalence of internet gaming disorder in German adolescents: diagnostic contribution of the nine DSM-5 criteria in a state-wide representative sample (Prevalencia del trastorno del juego por Internet en adolescentes alemanes: contribución diagnóstica de los nueve criterios del DSM-5 en una muestra representativa de todo el Estado), y Nancy Petry & Angels González en Internet Gambling in Problem Gambling College Students (Juegos de azar por internet en estudiantes universitarios con problemas de juego), se asegura que los apostadores se afectan con:

(1) El aumento de las deudas, contraídas a través de préstamos personales y microcréditos por internet; (2) el aislamiento y dificultades para contar con la red social de apoyo; (3) la pérdida de concentración en el trabajo, bajo rendimiento académico y ausentismo escolar y laboral; (4) la depresión, ansiedad, tristeza, cambio de humor, irritabilidad, hiperanálisis, desesperación, aumento o pérdida de peso, sentimientos de culpa y baja autoestima.

En el artículo de Oludayo Tade, Chinedu Ernest Dinne y Oludare Ibikunle George, titulado “I have lost more than I have won”: sports betting and bettors experiences in Nigeria (Yo he perdido más que lo que he ganado: experiencias de apuestas y apostadores deportivos en Nigeria), sostienen que, en este país de 230 millones de habitantes, 60 millones arriesgan su patrimonio y salud en esta industria. Los autores recogen los relatos de tahúres que han ganado dinero para pagar las matrículas de sus hijos y la de muchos otros que testimonian los problemas que les ha traído la apuesta deportiva. Estos son algunos:

Debo ser sincero contigo. Al principio, cuando comencé, pensé que era un camino de rosas, pero a medida que seguí haciéndolo descubrí que ha sido perjudicial para mi salud, para mi relación, para mi bolsillo e incluso para mi bienestar”.

“Los ingresos que entran al negocio, lo arreglamos entre mi esposa y yo. Si tengo deudas o me pide prestado algo, ella lo documenta. Pero desde hace un tiempo ya no me da dinero porque sabe que cuando salgo vuelvo sin él”.

“¿Y cómo va el dinero? Pierdo. Estos días he sido un perdedor. Hace más de un mes que no gano una cantidad considerable”.

A pesar de los riesgos y dificultades, se ha naturalizado la existencia de las apuestas deportivas online. Los medios de comunicación y el marketing depredador tienen responsabilidad en la aceptación de este juego de azar como un mal menor entre otros que pululan en las calles y en internet, como el póker y los casinos. Eso es posible por las estrategias para enganchar a apostadores habituales y no habituales. Aquí algunas descritas por Nerilee Hing y sus colegas en A bad bet for sports fans: the case for ending the “gamblification” of sport (Una mala apuesta para los aficionados al deporte: el caso para acabar con la gamificación del deporte).

  • La expansión continua de las opciones de ganar o perder o también llamadas microapuestas. No sólo basta con obtener un resultado favorable al final de una competencia, sino que se puede apostar por el número de faltas en una final de baloncesto, el número de errores no forzados en un partido de tenis y en un sinfín de contingencias en un abanico cada vez más amplio de deportes, programados prácticamente durante los 365 días al año.
  • Las apuestas mediante teléfonos inteligentes, las cuales se integran a las actividades diarias de la persona como en el descanso, el trabajo, los desplazamientos o socializando.
  • El uso del dinero electrónico que facilita las apuestas impulsivas y un mayor gasto en ellas, debido a que las transacciones electrónicas son rápidas y crean la sensación de ser “menos dolorosas” cuando se pierde que al usar el dinero en efectivo.

Lo cierto es que en esta actividad son muchos más los perdedores que los ganadores, puesto que, de lo contrario, no sería viable para las casas de apuestas.

Segunda objeción: apuestas “inofensivas” para adultos y menores de edad

Otras estrategias de los medios de comunicación y el marketing están orientadas a normalizar el juego como una acción placentera e inocua. Así lo declaró un taxista colombiano al autor de este artículo cuando se entabló un diálogo informal sobre la costumbre de su hijo de apostar dinero a través de las casas de apuestas. Al preguntarle si no temía que se volviera adicto, respondió que “ya está enviciado, pero prefiero que se envicie a ese juego y no a los casinos”.

El concepto de la normalización social, propuesto por el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984), estudia cómo las instituciones y los discursos dominantes contribuyen a la normalización de comportamientos y pensamientos de sujetos que se consideran diferentes y desviados. En las apuestas, el concepto se puede interpretar como una conducta que antes se concebía inusual, marginal o incluso inaceptable, se integra en la vida cotidiana y es aprobada por gran parte de la comunidad.

La flexibilidad en las leyes y el mercadeo han influido para esa tolerancia a las apuestas deportivas. En Estados Unidos, por ejemplo, este negocio se legalizó a nivel federal después de la decisión de la Corte Suprema en mayo de 2018 que anuló la Ley de Protección de Deportes Profesionales y Aficionados (antes se permitían en los Estados de Nevada, Delaware, Montana y Oregón).

Mientras que el marketing hábilmente transmite el mensaje al público de que las cualidades del deporte (salud, conocimiento, táctica, superación, socialización, disfrute) son las que se experimentan en las apuestas deportivas online. En la academia, la estrategia se concibe como un Modelo de Transferencia de Significado (MTM), defendido por el antropólogo cultural canadiense Grant McCracken, en el que la publicidad traslada los atributos positivos de un objeto (el deporte) a otro (la apuesta) para que, mediante la repetición del mensaje, impulsen la compra del consumidor final (apostador).

En este contexto publicitario, “apostar en deportes no es tanto una cuestión de azar, sino de conocimiento”. Por eso, el hijo del taxista que se reseñó antes está convencido de que conocer las estadísticas y el nombre de los jugadores y equipos de ligas de fútbol remotas lo convierte en un tahúr exitoso. Una investigación liderada por Hibai López, titulada Controlling the ilussion of control a grounded theory of sports betting adversiting in the UK (Controlar la ilusión de control: una teoría fundamentada de la publicidad de apuestas deportivas en el Reino Unido), reveló que los 10 periodistas deportivos españoles con más seguidores en Twitter tenían acuerdos de patrocinio con esta industria o contaban con sus propias plataformas de juego. El supuesto que subyace en esta estrategia es que estos reporteros/influencers pueden normalizar el uso de los sitios de apuestas para adultos y menores de edad, así como suministrar información privilegiada a sus audiencias para que elijan al equipo o jugador ganador.

“Apostar en deportes no es adictivo, sino una actividad de disfrute colectivo”, porque las adicciones se dan predominantemente en entornos solitarios y celados como el consumo de alcohol y de drogas. Sin embargo, Mathew Lamont, Nerilee Hings y Peter Vitartas en Affective response to gambling promotions during televised sport: A qualitative análisis (Respuesta efectiva a las emociones de juegos de azar durante el deporte televisado: un análisis cualitativo) consideran que esta es una percepción errónea, pues han demostrado que la permisividad entre pares y el consumo de partidos en compañía de otras personas están asociados con apuestas más impulsivas y excesivas.

“Apostar en deportes es una forma de superación”, sino que lo digan los deportistas que han resuelto las dificultades y triunfan. Ahora venden su imagen para que las casas de apuestas prosperen. Llama la atención que esos atletas que han ganado mucho dinero gracias a su desempeño deportivo y son admirados por un comportamiento social sin tacha, sucumban a la tentación de obtener unos ingresos extras al fomentar las apuestas, a sabiendas del daño que ellas les ocasionan a sus fans.

La creación del imaginario inofensivo del juego de azar viene acompañada por la entrega gratuita de bonos de bienvenida que incentivan el juego frecuente para hacerlos efectivos y mitigan la impresión de perder el dinero propio, junto con la posibilidad de cambiar la elección del equipo o jugador en tiempo real -aunque se reduzcan las ganancias- para producir el efecto inmersivo en la competencia.

Estos mensajes están orientados principalmente a hombres jóvenes, profesionales y expertos en tecnología, en los que se explota publicitariamente los atributos de la masculinidad como el hombre arriesgado, analítico, leal a su equipo y valiente. Además, a este grupo se vende la idea de que posee el control del juego, dada la presunta prevalencia de su raciocinio y no de sus emociones.

Todo esto ocurre a la vista de los menores de edad que consumen disputas atléticas en horario familiar (mañanas y tardes) y, por ende, se exponen a una ráfaga interminable de anuncios sobre la acción de apostar (betbetbet), sin ninguna regulación estatal. ¿Los ludópatas del futuro? No, los del presente. Así lo registró el destacado youtuber mexicano “Luisito comunica” (Luis Arturo Villar Sudek) al visitar la isla de Santa Cruz en Colombia (ver fragmento del video).

Finalmente, hay que advertir que muchos países permiten la existencia de este negocio porque reciben dineros producto de impuestos que, a juicio de sus gobernantes, se destinan para invertirlos en el bienestar ciudadano. Vale la pena debatir, no obstante, si esos ingresos compensan los gastos de los gobiernos en reducir los conflictos y trastornos mentales que las apuestas deportivas online generan o si es mejor incentivar otras industrias que protejan a los aficionados y promuevan la integridad del deporte.
Opina sobre este artículo y síguenos en Facebook, Twitter y Youtube.

Agon y Areté
Soy Sandro Angulo Rincón, colombiano, periodista y profesor universitario. Investigo, practico en forma amateur y consumo deportes. Aspiro a producir piezas periodísticas de calidad y obtener la retroalimentación de los lectores para que Agon & Areté crezca entre distintos públicos de habla española, inglesa, portuguesa y árabe.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *