Más que un juego: el encanto profundo de los deportes en las audiencias

Más que un juego: el encanto profundo de los deportes en las audiencias

Por: Sandro Angulo Rincón.

Reflexiones desde la psicología, la comunicación y la filosofía de por qué los héroes y leyendas deportivas capturan nuestros corazones y mentes.

  • ¿Por qué te gustan los deportes?, pregunta una persona ajena a la actividad competitiva.
  • Me gusta ver atletas que realizan acciones físicas extraordinarias, replica un espectador frecuente de actividades deportivas transmitidas por los medios.
  • Pero ¿qué le ves a un juego con movimientos repetitivos?, y ¿por qué sacar una pelota de béisbol fuera del estadio o que el balón ingrese a una portería de fútbol te causa tanta euforia?, insiste.
  • Porque siempre habrá la opción de que mi equipo gane y eso me hará feliz, al menos por un momento, sentencia.

Esta charla ficticia entre una fan a los deportes y una persona que no es un espectador habitual de ellos es un insumo para responder la pregunta de por qué en la posmodernidad tanta gente se siente atraída por los eventos deportivos. Interrogante que hoy académicos, investigadores e intelectuales tratan de contestarla aludiendo teorías de la psicología, la comunicación y la filosofía.

Una de esas teorías es la de la disposición afectiva de Dolf Zillman, profesor polaco de psicología de la Universidad de Alabama, que explica por qué nos gustan las historias difundidas por los medios de comunicación, como las películas, series, telenovelas y, especialmente, por qué el espectador desarrolla sentimientos, con base en la moralidad y acciones de los personajes de esas narrativas orientadas al entretenimiento. Así, algunos espectadores tendrán una inclinación por los buenos y los éticos y no por los malos e inmorales.

En el ámbito deportivo, esos afectos se producen en función de la lealtad, rivalidad hacia equipos, la identidad hacia los jugadores por su ética, habilidades, disciplina e historia de vida, el deseo de justicia, la imprevisibilidad de los resultados, y la expectativa de que los débiles derroten a los fuertes, como en la leyenda bíblica de David y Goliat. En tiempos más recientes, se recuerda la hazaña del equipo Colón de Santa Fe en Argentina, que disputa sus partidos en el estadio “Brigadier General Estanislao López”, más conocido como “El Cementerio de los Elefantes”. Este curioso nombre se originó cuando Colón, entonces equipo pequeño, venció 2 x 1 al portentoso Santos del Rey Pelé, un 10 de mayo de 1964.

Desde otra perspectiva, los profesores estadounidenses Arthur Raney y Andrew Billings, representantes del campo de la comunicación y el deporte, identifican ocho motivaciones para que las personas se conviertan en aficionadas a la actividad atlética y competitiva, cuyo origen se puede derivar de la teoría de los usos y gratificaciones. Esta teoría, propuesta por  Elihu Katz (sociólogo israelí), Jay G. Blumler (comunicólogo británico) y Michael Gurevitch (comunicólogo estadounidense)  supone que las personas consumen contenidos de los medios para satisfacer necesidades específicas, vinculadas con la búsqueda del placer, la utilidad, la diversión, entre otras. Las motivaciones planteadas por Raney y Billings, son:

Fidelidad al equipo: el ser humano tiene la necesidad de desarrollar virtudes, compartir valores supremos, y una forma de hacerlo es siendo leal a un equipo de la ciudad, región o país. Un caso notable de lealtad es el de los aficionados al Chicago Cubs del béisbol de las grandes ligas de Estados Unidos, quienes antes de la victoria en la serie mundial de 2016 no habían ganado uno de estos títulos desde 1908. Pese a esta sequía de títulos de más de un siglo, los fans siempre apoyaron a su equipo en el histórico estadio de “Wrigley Field”.

Diversión: al tener más tiempo para el ocio, el deporte se constituye en una actividad lúdica que genera placer.

Control del estado de ánimo: observar deportes, maximiza el disfrute cuando se obtienen victorias, pero también se aprende a superar la adversidad cuando los resultados de los atletas o equipos preferidos son negativos.

Como estímulo del estrés bueno o eustrés: presenciar un evento deportivo puede ser un aliciente para superar los desafíos de la vida cotidiana o para canalizar el entusiasmo y la agresividad;

Alicientes en la vida: hay personas cuya vida y trabajos son rutinarios, monótonos. El operario de la fábrica en los Tiempos modernos chaplinescos o los que sienten que sus vidas no han sido particularmente exitosas o excitantes, fantasean con los triunfos de sus equipos y atletas como si fueran los propios.

Evasión: cuando no se quiere mantener contacto con los problemas personales, familiares o laborales. Muchos espectadores prefieren los deportes porque es un mecanismo de escape a noticias sobre sus naciones, relacionadas con violencia, corrupción o desigualdad social.

Sentido de comunidad: muchos aficionados sienten la necesidad de pertenencia a un colectivo. Inclusive, para ellos más importante que un resultado favorable de su equipo es la oportunidad organizar una barra o peña, tomarse unas copas en un bar o componer cantos a su equipo favorito.

Incentivos económicos: para aprovechar oportunidades de ingresos extras como las que proveen las apuestas.

Desde la filosofía, el filólogo alemán Ulrich Gumbrecht, incorpora la teoría de la “fascinación” para describir en su libro Elogio de la belleza atlética por qué ver deportes ejerce una atracción irresistible en el espectador. El autor asocia la fascinación con la que producen algunos deportes, clasificados en seis categorías.

Esculpir cuerpos: como en la Grecia Antigua, los jóvenes esculpían sus cuerpos para identificarse con el ideal de belleza helénico y prepararse para las competencias deportivas. En los gimnasios modernos, el mejoramiento del estado físico y el sentido del cuerpo estético y grácil se conservan, por lo que una forma de ratificarlo es viéndose en espejos instalados por todo el recinto. El paradigma del cuerpo atlético, moldeado por las rutinas de ejercicios con pesas, es Arnold Schwarzenegger, actor, político y fisicoculturista austriaco y estadounidense, quien hizo del crecimiento de sus músculos un estilo de vida.

Enfrentar la muerte: en algunas disciplinas como el boxeo, la lucha y las artes marciales mixtas, el atleta puede llegar al límite de sus capacidades o de soportar el dolor hasta el punto de bordear la muerte. En el icónico documental Thriller in Manila, en el que se narra la III velada de box entre los estadounidenses Munhamad Ali y Joe Frazer en Filipinas en 1975, Ali, antes de que Frazer abandonara la pelea ad-portas del décimo quinto asalto por problemas en sus ojos, le dice a la esquina de su cuadrilátero que la intensidad del combate era “lo más parecido a la muerte”.

Mostrar gracia: la elegancia en los movimientos, producto de una buena técnica en la ejecución de los ejercicios, es fascinante a los ojos del espectador. Nadia Comaneci, gimnasta rumana que a los 14 años deslumbró al mundo con una rutina perfecta (10 puntos) sobre las barras asimétricas en los Juegos Olímpicos de Monterreal, Canadá, en 1976, es una muestra de cuán agradable resulta la exposición de un conjunto de habilidades ante los jueces y el público.

Hacer más complejo el potencial del cuerpo: cuando se fusionan armónicamente la máquina y el cuerpo humano, hay un derroche de potencial ganador. Algunas acciones exuberantes de los deportes a motor cumplen con esta premisa: la de servir de antecedente al transhumanismo, como el adelanto del colombiano Juan Pablo Montoya al talentoso y exitoso alemán Michael Shumacher en el Gran Premio de Brasil en la Fórmula 1 del 2001.

Corporeizar determinadas formas: una expresión sublime del deporte ocurre cuando el cuerpo humano se sincroniza con la música, la habilidad y el ambiente para generar rutinas espléndidas con alto grado de dificultad. La natación artística ofrece la posibilidad de que el cuerpo delinee formas precisas dentro y fuera de la piscina al compás musical. Un ejemplo de ellas, la presentación dorada (oro) de las nadadoras rusas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Generar epifanías de forma: las parábolas, líneas rectas, triángulos que se producen en los deportes colectivos como el fútbol son una manifestación de las formas que los jugadores crean con sus movimientos en el terreno de juego. Una miscelánea de jugadas de esta naturaleza en este video.

La sumatoria de estas teorías que contextualiza el diálogo ficticio introductorio se convierte en millones de espectadores que siguen con fervor los acontecimientos deportivos y sus protagonistas. No es una exageración. Para la muestra, estos datos.

  • En Estados Unidos, de las 100 transmisiones más vistas por televisión, 95 correspondieron a deportes en el año 2022. Y de estas, 82 fueron de football americano de la NFL (National Football Ligue).
  • En España, el clásico de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona Fútbol Club de la temporada 2020-2021 cautivó una audiencia de 650 millones de teleespectadores en 185 países.
  • Los Juegos Olímpicos de Hong Kong tuvieron una audiencia global de 3.000 millones de personas.
  • La final del Mundial de Fútbol en Catar entre Argentina y Francia fue vista por 1.500 millones de espectadores.
  • El Súper Bowl de 2023 fue seguido por 115 millones.
  • El Tour de Francia de 2022 tuvo una audiencia -sólo en Europa- de 150 millones de personas.

El deporte fascina por las razones que hemos visto, pero, también hay que decirlo, en los últimos 30 años ha habido factores que influyen para que las audiencias sean masivas. Uno de ellos es la globalización, ya que hoy resulta más fácil seguir por televisión o redes sociales equipos y atletas de todo el mundo que fomentan unas identidades transnacionales. Es decir, los fanáticos crean sentimientos (disposiciones, gratificaciones, fascinaciones) hacia deportistas extranjeros que no tienen un vínculo geográfico o cultural con su ciudad, región o país. Todo ello se potencia por la digitalización y las tecnologías de la información y la comunicación que llevan en vivo las incidencias deportivas fuera y dentro de los estadios, así como por el marketing que, aprovechándose de los afectos desplegados por los fans, genera riqueza, capital, mediante contenidos deportivos y la parafernalia asociada representada en camisetas, bufandas y souvenires diversos.

Hasta aquí este conjunto de explicaciones sobre por qué nos gustan los deportes como espectadores. Agon y Areté quiere conocer con cuál de estas explicaciones o fascinaciones te sientes más identificado cuando ves a tu equipo o atleta favorito. Envía un enlace sobre aquel acontecimiento deportivo inolvidable que te estremece hasta el llanto.

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Agon y Areté
Soy Sandro Angulo Rincón, colombiano, periodista y profesor universitario. Investigo, practico en forma amateur y consumo deportes. Aspiro a producir piezas periodísticas de calidad y obtener la retroalimentación de los lectores para que Agon & Areté crezca entre distintos públicos de habla española, inglesa, portuguesa y árabe.

2 Comments

  • Fabián Guzmán , febrero 1, 2024 @ 7:57 am

    Profesor, exelente artículo. Me encanta el proyecto de Agon & Areté. Deseo éxito y muy buenos artículos próximamente, el deporte mueve toda clase de sentimientos en las personas, y como dice el dicho ” quien lo vive es quien lo goza” por eso es importante leer esta clase de artículos para que las personas puedan comprender todo lo que rodea el mundo del deporte. Muchas felicitaciones.

    • Sandro , febrero 1, 2024 @ 8:20 am

      Hola Fabián, muchas gracias por tus palabras. Sí, esa es la intención: analizar el deporte no sólo desde el entretenimiento, sino también desde sus implicaciones sociales, económicas, políticas, etc. Espero seguir con la suficiente disciplina y consistencia en los próximos meses para que nuevos artículos estén publicados. Un abrazo.

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