El primer artículo de Agon & Areté en el 2025 está dedicado a la ética del periodismo deportivo frente a dos temas vigentes y controversiales: el tratamiento informativo del género y la diversidad funcional (discapacidad) de las y los deportistas.
Por Sandro Angulo Rincón
Un reportero de la prensa, radio, televisión y espectro internet está constantemente expuesto a críticas por los contenidos que publica, puesto que la audiencia desea que sus expresiones estén ajustadas a la ética. En otras palabras, espera que su trabajo profesional cumpla los principios y normas que rigen el comportamiento de lo que está bien y está mal.
No es fácil. Sin embargo, un diálogo productivo entre el periodismo y la academia puede ayudar, por una parte, a que los comunicadores progresen hacia transmisiones deportivas más equitativas y responsables cuando relatan el performance de mujeres y hombres, así como de personas con diversidad funcional y por otra, a que la academia deje de señalar con epítetos malsonantes a los periodistas que se equivocan al mediatizar estos temas, muchas veces etiquetándolos impulsivamente como sexistas o irrespetuosos, sin evaluar con calma el origen de esos yerros: la edad y la influencia de la tradición y el sistema educativo.
En seguida se presenta la cobertura del género en la prensa deportiva, describiendo brevemente su desarrollo histórico y conceptual en la sociedad moderna.
Cronología de la equidad de género en el deporte
Es habitual que los investigadores diferencien el concepto de sexo y el de género. La investigadora Charlene Muehlenhard Gisbert define el sexo ligado a las características físicas y biológicas, mientras que el género lo vincula a las características y comportamientos psicológicos o a los rasgos que culturalmente se asumen como apropiados para mujeres y hombres
A partir de esta distinción, ha surgido la necesidad de equilibrar la representación de los y las deportistas en los medios de comunicación y en las actividades de comunicación cotidianas que se dan de manera grupal e interpersonal. Un concepto emergente, que ha propiciado el debate ha sido el de la equidad de género, el cual se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de mujeres y hombres, niñas y niños. Implica que se tengan en cuenta sus intereses, necesidades, diversidad y prioridades. La equidad de género se logra cuando los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de estos grupos son valorados y favorecidos por igual en todos los sectores de la sociedad, incluidos el político, económico, social y cultural.
Vale recordar que durante los Juegos Olímpicos de la era moderna en Grecia en 1896 no se admitió la participación femenina, pues el Barón Pierre de Cubertin, su promotor, manifestaba que “el deporte femenino va en contra de las leyes de la naturaleza”. Ya en las olimpiadas de París en 1900 se permite la competencia de 22 mujeres (2%) en tenis y golf de un total de 997 representaciones masculinas.
Desde entonces, el deporte femenino ha experimentado una verdadera revolución en los últimos años tanto en el número de practicantes en todas las disciplinas, como en el crecimiento de seguidores y audiencias. Con excepción de la lucha grecorromana (ellas lo hacen en lucha libre), las mujeres compiten en todos los deportes olímpicos de verano (los hombres nunca lo han hecho en gimnasia rítmica y natación artística).
Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Agenda 2030, el acuerdo multilateral de las naciones para superar los problemas globales, reconoce el papel del deporte como un importante facilitador para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, porque promueve iniciativas contra la desigualdad y la discriminación basada en género y empodera a las mujeres y niñas a realizar sus proyectos.
Para coadyuvar en la consecución de esos propósitos, la UNESCO propone (1) aumentar la participación de las mujeres en las actividades deportivas; (2) lograr una representación igualitaria en la toma de decisiones; (3) obtener la equidad de género en la enseñanza y el entrenamiento deportivo y (4) erradicar la violencia y los estereotipos de género en el deporte y los medios de comunicación.
Infrarrepresentación y estereotipos
No obstante, la creciente popularidad de los deportes practicados por las mujeres y el renombre que algunas tienen por sus performances atléticos, la cobertura de buena parte de la prensa generalista y especializada continúa siendo insuficiente y discutible. No sólo por la calidad de la información y el poco espacio y tiempo de las piezas periodísticas, sino también por la perpetuación de estereotipos. A juicio de Anna Boluda Gisbert en el Manual de tratamiento periodístico del deporte femenino y las mujeres deportistas, ello ocurre cuando los medios producen contenidos pensando en que son consumidos mayoritariamente por un público masculino, lo cual reproduce una perspectiva androcéntrica de la actividad atlética, a pesar de que cada día son más las mujeres que gustan del deporte en general y del femenino en particular.
Respecto a la infrarrepresentación, un estudio de la Unión Europea revela que más del 85% de la información de los medios de comunicación está dedicada al deporte masculino y el femenino apenas logra el 10% -porcentaje que sólo aumenta durante los Juegos Olímpicos-, y su aparición en primeras páginas es prácticamente inexistente.
Respecto a los estereotipos, debe recalcarse que los media no son neutros ni neutrales, sino que sus contenidos tienen la capacidad de influir en el pensamiento y el comportamiento de las personas. De manera que, como lo afirma la ONU, cuando un periodista publica una nota que crea y reproduce modelos de consumo y práctica de deportes para mujeres y hombres, reforzando lo que social y culturalmente es adecuado para ambos géneros, estamos hablando de estereotipos.
Fuente: Comité Olímpico Colombiano
El Consejo Superior de Deportes de España, define el estereotipo como esquemas empleados para agrupar a individuos bajo ciertas características comunes, basadas en generalizaciones y no en sus aspectos diferenciadores. Para conocer, el cerebro humano reúne en categorías que incluyen similares situaciones y comportamientos. El problema radica en que las clasificaciones se convierten en prejuicios que afectan las vidas de las personas y les impiden actuar con libertad en ambientes culturales, educativos, políticos, económicos y sociales. Los estereotipos más frecuentes son:
El estereotipo de belleza: se concibe a la deportista como objeto sexual de deseo, de modo que aquéllas destacadas por la gracia de la belleza son preferidas por los medios, tienen amplias coberturas y obtienen los mejores patrocinios, pese a que en ocasiones no hayan ganado ningún título.
Referencias sexistas: son aquéllas en las que se resaltan situaciones de las deportistas que no tendrían ninguna relevancia informativa en el contexto agonístico en el que se producen. Las anécdotas supuestamente humorísticas, fotografías desafortunadas en acciones atléticas de alguna competencia, encajan en este estereotipo. Verbigracia, las mujeres que por accidente muestran alguna parte íntima durante una competencia de natación, situación que se convierte en anécdota sin ningún valor periodístico.
Las referencias sexistas también se observan cuando los medios resaltan el estereotipo de la eterna enemistad de las mujeres, mediante notas periodísticas que sobrevaloran sus rencillas, desavenencias y rivalidad para presentarlas como un espectáculo mediático de farándula.
El estereotipo de representar a las mujeres deportistas por su estatus vicario: el estatus vicario se refiere a individuos que dependen de alguien superior. Cuando se habla de estereotipo, hace referencia a que las mujeres suelen ser citadas en las noticias mediante un vínculo familiar. Es decir, fueron mencionadas como madres, esposas o novias de deportistas famosos y no como personas con su propia integridad y éxito profesional.
El estereotipo de hablar de su vida personal y familiar: este estereotipo se funda en el imaginario cultural de sectores mayoritarios de que el rol tradicional de las mujeres está relacionado con la familia, la reproducción y los cuidados. De ahí que en muchas ocasiones las preguntas de las entrevistas giran en torno a cuándo van a asumir el papel de casadas y cuidadoras de sus hijos.
Una vez identificadas estas fallas, una recomendación clave para directores y reporteros de los media es que deben incorporar la perspectiva de género en sus rutinas laborales para que estén libres de sexismo y sean respetuosas de los derechos de las personas en la selección, producción y distribución de información. La perspectiva de género consiste en elaborar políticas editoriales, programas, materiales y contenidos que procuren la igualdad entre varones y mujeres, a partir del conocimiento de las asimetrías en la cobertura del deporte.
Recomendaciones
En este epígrafe se propone una guía para el tratamiento periodístico del deporte femenino, de acuerdo con diversos estudios citados al final de este artículo. Incorporar las recomendaciones aquí expuestas depende de un proceso de aprendizaje, respaldado por políticas editoriales que incardinen la equidad y perspectiva de género en el quehacer periodístico. El reportero puede reflexionar sobre ellas en las salas de redacción y valorar su pertinencia en función de cómo ha sido la cobertura tradicional del deporte masculino frente al femenino.
Equilibrar las narrativas: las narrativas textuales y audiovisuales del deporte femenino deben emplear los mismos recursos del deporte de los varones en aspectos como entusiasmo, potencia, equipos y apoyo de los reporteros. Suele ocurrir que algunos medios transmiten el desempeño atlético de las mujeres de manera aburrida, simplista, como si fuera una obligación, y destinando pocos reporteros y cámaras de televisión, en comparación con la cobertura de las competencias de los varones.
Evitar las comparaciones: comparar el rendimiento, técnica, estado físico e inteligencia táctica de hombres y mujeres sin contextualización para destacar que los primeros son más capaces y dan más, no tiene sentido. Simplificar de este modo no es ético, pues cada competencia posee sus características. El periodismo no puede considerar el deporte de los hombres como la única medida de performance ideal. A las deportistas se les debe preguntar por referentes femeninos destacados en la práctica agonística y no sólo por referentes masculinos y viceversa. Una manera de subestimar la actividad atlética de las féminas es atribuyéndoles el éxito por el azar y no por el talento y el trabajo riguroso.
Lenguaje inclusivo: las palabras tienen poder para cambiar percepciones, darle significado a la realidad y, no pocas veces, para asentar prejuicios. Una primera pauta consiste en evitar las expresiones genéricas androcéntricas, puesto que se está insinuando que sólo existe el deporte masculino. Lo ideal es que cuando se refiera a alguna disciplina deportiva, se precise, por ejemplo, que es baloncesto femenino y baloncesto masculino. También es recomendable utilizar sólo el término “deporte” y, luego en el contenido de la pieza periodística, describir a qué equipo se refiere: “las jugadoras”, “las finalistas”, nombre de la deportista, etc. Es síntesis, es clave prescindir de la expresión “deporte” de forma genérica como si fuera practicado sólo por hombres, contrapuesto al “deporte femenino” en específico, como si fuera una excepción.
En la medida de lo posible, se pueden elegir expresiones neutras, como en estos casos: (1) “las personas deportistas” por los “deportistas”; (2) “la afición” por “los aficionados”; (3) “el cuerpo técnico” por “los directivos”; (4) “la directiva” por “los directivos”; (5) “la dirección deportiva” por “los directores deportivos”; (6) “el cuerpo arbitral” por “los árbitros” o “las árbitras”; (7) “quienes quieran seguir el partido” por “los que quieran seguir el partido”.
Es imperativo no adjetivar con categorías fijas e inamovibles. A menudo los medios asocian la palabra “femeninas” con estereotipos vinculados con la pasividad, debilidad, esbeltez, emocionalidad, delicadeza, ternura y fragilidad. Al hacerlo, la idea de feminidad se convierte en una dificultad para la narración y el comentario de otras actividades deportivas caracterizadas por la fuerza, la masa muscular, velocidad, resistencia o agresividad, con las que prejuiciosamente se etiquetan a la masculinidad.
Otra fórmula que afecta el deporte femenino es la infantilización de las deportistas llevada a cabo por los medios a través del uso de diminutivos y términos que evocan una concepción infantil de las atletas, como “niñas” (excepto que sea acorde con la edad), “mujercitas”, “chicas” (salvo que también se use para los chicos).
Equilibrar tiempos, espacios y recursos: se recomienda incrementar cuantitativamente en tiempo y espacio, así como en el uso de recursos audiovisuales, humanos e interactivos, la cobertura del deporte practicado por mujeres en los medios de comunicación analógicos y digitales. Los periodistas también pueden sensibilizar al público sobre la necesidad de disminuir las asimetrías en los salarios y premios de las deportistas, el acceso a instalaciones para entrenamientos y competencias, transporte y representación en organismos locales, nacionales e internacionales que velen por el cumplimiento de sus derechos.
Referencias sexistas: no se debe usar el cuerpo de las atletas como reclamo informativo de las audiencias ni emplear referencias sexistas al físico, estereotipos degradantes y frases condescendientes que infantilicen o trivialicen el rendimiento de las atletas. Las imágenes deben ilustrar la acción propia de cada disciplina deportiva y no poses que refuercen estereotipos. Las piezas periodísticas deben centrarse en los logros y participación en los certámenes atléticos; no en la apariencia y cuidado personal, salvo que estén relacionados con la práctica competitiva (en el nado sincronizado, por ejemplo).
Libre elección del deporte: los medios pueden promover la libertad de elección de las niñas, adolescentes y mujeres en la práctica de deportes tradicionalmente considerados como masculinos, estimulando su participación y respetando el derecho de ellas a tomar sus decisiones, y difundiendo la información sin comentarios jocosos, banales o frívolos. En tanto que los varones se les insta a participar en deportes competitivos, rápidos y muchas veces agresivos, las mujeres son dirigidas hacia disciplinas más elegantes y estéticas, como la gimnasia, el patinaje artístico y la natación sincronizada. La división de los deportes como masculinos y femeninos condiciona a las mujeres a tal punto que terminan por aceptar los topes físicos impuestos. Cuando ellas desafían los moldes y asumen prácticas atléticas “masculinas”, su identidad de género, orientación sexual, valores y roles sociales son frecuentemente criticados. Esta actitud las estigmatiza a fin de controlar y limitar su intervención en el deporte.
Equilibrar roles: las informaciones de deportes deberían igualar la representación positiva de la corresponsabilidad de los hombres atletas en el hogar, y no mostrarles como seres ajenos a las obligaciones domésticas y de cuidados. De igual modo, deben destacar a los deportistas cuando hagan referencia a su vida personal y familiar, y muestren su dedicación a la familia, incluso sacrificando sus objetivos competitivos. Además, los medios deben esforzarse por normalizar el embarazo, el deseo de ser madre de la deportista, sin que arrecien críticas por su desempeño atlético después de la licencia de maternidad o la critiquen por atender su profesión y la crianza de los hijos al mismo tiempo.
Diversidad sexual: se puede informar sobre la orientación sexual, siempre que tenga un interés informativo, por ejemplo, durante el día contra la homofobia. Sin embargo, la decisión de hacer pública este tipo de relaciones depende de qué tanto la deportista lo haya hecho público antes o si realmente tiene el deseo de convertirse en un referente de diversidad sexual en la sociedad.
Las imágenes: planos, secuencias, viñetas y fotos son útiles cuando se muestra las acciones agonísticas, la disposición táctica en un campo de juego, el sudor, la musculatura, la alegría por el tiempo y la tristeza por la derrota. No se deben publicar cuando se centran en la figura de la deportista, detalles estéticos o lecturas sexistas que no tienen ningún valor informativo. Se recomienda publicar imágenes que resalten la labor de médicas, entrenadoras, árbitras y directivas.
Equidad en la crítica: el periodismo no se puede sustraer de criticar con argumentos y sin faltas deontológicas el desempeño de las mujeres en el deporte. Es habitual que los reporteros asuman posturas más condescendientes cuando hay errores en el rendimiento de las mujeres que en los hombres. Vale anotar en la competencia las atletas deben aprender a asimilar la derrota y a disfrutar de la victoria, sin que tengan un tratamiento periodístico especial, menos riguroso, blando o dúctil.
Equilibrar los testimonios: es necesario incorporar de forma igualitaria los testimonios, opiniones, investigaciones de las mujeres especialistas como fuentes de información fiables en las piezas informativas, así como recabar las declaraciones de las audiencias femeninas en las competiciones de ambos géneros. Evitar preguntar a las mujeres en las entrevistas sobre cuestiones de equidad y perspectiva de género, a menos que sean expertas y el contexto lo amerite. Hay que recordar que a los hombres no se les acostumbra a indagar por ese tema y, por ende, tampoco es razonable hacerlo a las mujeres, las cuales están enfocadas en su propio desempeño atlético y en el de su equipo.
Revisar rutinas y políticas del medio: aumentar el número de mujeres periodistas que cubren deportes, es una de las premisas que han de tener en cuenta los media. Adicionalmente, evitar la dicotomía de hombres periodistas que narran y comentan deportes masculinos y las mujeres periodistas que realizan las mismas tareas en el deporte femenino. Así mismo, la prensa debe investigar, denunciar y difundir casos de acoso hacia las reporteras y hacia deportistas, incluso si provienen del mismo género.
En el próximo post de Agon & Areté se abordarán las cuestiones éticas en el tratamiento informativo de la discapacidad o diversidad funcional.
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Referencias
Foto portada: Fonema Comunicaciones México. Sólo el 7% de las noticias deportivas en los medios de comunicación se dedican a mujeres – Fonema-Comunicaciones
Muehlenhard, Charlene Peterson, Z. (2011). Distinguishing Between Sex and Gender: History, Current Conceptualizations, and Implications. Sex Roles. A Journal of Research, 64, 791–803. https://link.springer.com/article/10.1007/s11199-011-9932-5
Comunidad Económica Para América Latina (CEPAL). (2016). Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo sostenible. Una oportunidad para América Latina y el Caribe. In Naciones Unidas. Naciones Unidas. https://www.cepal.org/es/temas/agenda-2030-desarrollo-sostenible
Funded by the Erasmus. (2024). Sport and Gender Equallity. An Awareness Guide for Young Sport Professionals. In The Young Person’s Guide to the Internet. Programme of Europe Union. https://doi.org/10.4324/9780203509159-27
Boluda, A. (2023). Manual de tratamiento periodístico del deporte femenino y las mujeres deportistas. Teka y Unió de Periodistes Valencians. https://n9.cl/amwve
Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres. (2021). Perspectiva de género en el periodismo deportivo. Para información deportiva libre de estereotipos. In América Latina y el Caribe. ONU Mujeres. https://n9.cl/ur9mf
Consejo Superior de Deportes de España. (2011). Deporte y mujeres en los medios de comunicación: sugerencias y recomendaciones. Presidencia de Gobierno. https://www.csd.gob.es/sites/default/files/media/files/2021-06/WEB-GUIA-MMCC_VP.PDF